La otra pesca: Bike Fishing |
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Truchas |
Escrito por Edgardo "El Negro" Gómez |
Lunes, 10 de Enero de 2011 22:07 |
![]() Edgardo Gomez, a.k.a. "El Negro", nos envía desde Mendoza una experiencia diferente, de pesca y mountain bike. Una forma original y entretenida de combinar hobbies y armar una aventura que pocos tienen en su haber. Cuando me la presentó la miré un poco de reojo, como con desconfianza, me parecía extrañamente atractiva pero la verdad, a pesar de sus curvas importantes y ese perfil sofisticado que se empeñaba en mostrar, la noté un tanto… fría. Mi compadre, tomándola con cariño me dijo: “viste que linda?... una así necesitas vos…”. Nunca me imaginé que algunos días más tarde el veneno del mountain bike me habría ganado el torrente sanguíneo y mi primera bici, tan linda como la de mi amigo, dormía en mi departamento esperando el momento de empezar algún ascenso. Un corto entrenamiento me puso en línea después de algunos meses de letargo invernal y los preparativos entre compras de equipo y puesta a punto de los elementos terminaron por acercarnos una fría mañana de septiembre a la escarpada subida del arroyo blanco, en Uspallata, Mendoza. Mi amigo Néstor Castilla y yo, cargábamos cada uno una pequeña mochila de asalto, donde transportábamos nuestro almuerzo, los equipos de pesca, y algo de abrigo, además de algunos elementos de supervivencia para casos de esos que uno espera que nunca sucedan. El andar comenzó con el cruce del río Mendoza a través de un puente abandonado de ferrocarril que se ubica a un par de kilómetros del arroyo, y siguiendo el trayecto de las vías, las bicis nos llevarían a recorrer una serie de paisajes realmente espectaculares. El sig zag ascendente de la huella a veces fue realmente duro y el terreno no se quedó atrás, pero en un momento pudimos ver el turquesa del blanco que nos acompaño durante varios kilómetros de dura subida, a veces pedaleando y a veces bicicleta al hombro, para llegar finalmente al punto elegido para el comienzo de la pesca, más allá del límite alcanzado a pie en cualquier salida anterior. Desarmamos las bicis por seguridad y las encadenamos a los restos de un viejo puente destruido por las crecidas, y no dispusimos a degustar un asado que se dejó acompañar por un amable Malbec Roble de esos que da gusto descorchar en la montaña, no sé bien si por la calidad del vino, por la compañía, por la pesca o por el paisaje fantástico de esas majestuosas moles de roca donde nace el agua.
La vivencia fue un contraste perfecto entre la adrenalina de la máxima tensión muscular y la sutileza de la presentación perfecta. Las marrones del blanco no se hicieron esperar y el arroyo nos premió el sudor del esfuerzo con buenas capturas. Es un cauce rendidor, habitado mayormente de trucha marrón y en mucho menor medida arcoíris. Debe su nombre al sedimento de la época estival que deja su rastro lechoso en el agua a veces tan intenso que impide la pesca. La subida es escalonada entre grandes piedras caídas de las enormes moles lindantes, por lo que abundan los pozones y alguna que otra corredera formando un interesante recorrido de pesca. Se nos vino la tarde y con ella la responsabilidad de llegar al puente a un horario seguro para el cruce nos hizo abandonar la caña antes de lo deseado. El descenso fue veloz y arriesgado a veces peligroso, bajando a gran velocidad por una senda sinuosa y plagada de piedras que pusieron a prueba el equipo y mi escasa experiencia. Mi compadre en cambio la tuvo más clara y fue el que marcó el ritmo de la bicicleteada, que concluyó llegando al auto con la luz de las linternas frontales, previo cruzar el puente férreo con viento lateral y casi sin luz, bastante ajustados de tiempo. Llegue a casa y también tome con cariño a mi nueva compañera, que me mostró una pesca nueva, con más aventura, con más adrenalina y no por ello menos pesca que la anterior, sino una mixtura especial entre dos pasiones que por algo cautivan a muchos. ![]() Edgardo Gomez
Comentarios (1)
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Última actualización el Lunes, 10 de Enero de 2011 22:41 |
Me ha encantado tu nota y como la has presentado.
Hace mucho que quiero ir a pescar ese río pero por el desafío que eso implica todavía no lo he hecho.
Creo que con este artículo me voy a animar. Mi viejo si lo pescó hace muchos años ya que él fue jefe de estación en Polvaredas (trenes) y me ha comentado que es hermoso.
ahora te pregunto: ¿cual fue la distancia que anduvieron antes de comenzar a pescar???
Voy a ver si lo motivo a mi hermano y nos vamos con las bicis.
un abrazo